La negrita Nicole Kitt se pavonea en lencería sexy porque está que arde, calentando el ambiente antes de soltar un monólogo que parece sacado de los burdeles de los años 20, cuando las mujeres dejaban a los tíos babeando con solo abrir la boca. Pero su técnico de sonido, Alberto Blanco, está a punto de descubrir para quién coño canta Nicole en realidad, y no es precisamente para el público. Él, empleado de confianza, se pone manos a la obra, asegurándose de que su jefa tenga todo lo que necesita, empezando por una buena lamida de clítoris que la deja temblando. Nicole, agradecida, le devuelve el favor antes de montarse en su polla como si fuera su trono personal. La tía mueve las caderas como si estuviera perreando en la discoteca, y el “pobre” Alberto apenas puede aguantar el ritmo. Pero ahí no acaba la cosa, se gira, le enseña ese culo espectacular y lo deja que la empotre por detrás como un animal. Vaya, que Grandi nos regala otra escena de buen sexo para dejar las pollas y coños palpitando.
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