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El debut anal de Sirena Milano

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La ciudad brillaba de noche, pero ninguna luz competía con la de Sirena Milano, envuelta en un vestido plateado que parecía pintado sobre su piel. Todos la miraban, pero ella solo buscaba a un hombre capaz de dominarla, de tirar de esa trenza como si fuese una rienda y marcar el ritmo de su entrega. Lo que empezó como un juego de miradas pronto se volvió pura tensión sexual. Sirena sabía que esa noche iba a dar un paso que llevaba tiempo rondando su cabeza, su primer anal. Los dedos exploraron, el deseo apretó y, entre gemidos contenidos, él se abrió camino con calma primero y con fuerza después. Ella arqueó la espalda, jadeó, y con cada embestida sentía que no había vuelta atrás. Sirena descubrió una nueva forma de placer, salvaje, intenso y muy adictivo.