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Una encuesta reciente de Ifop y Lelo analizó las prácticas de sexualidad anal en hombres y mujeres franceses, y reveló cambios importantes en actitudes y comportamientos. Aunque la estimulación anal puede ser placentera tanto para hombres como para mujeres, todavía persisten algunos tabúes:. Y es que muchos hombres aún asocian esta práctica con homosexualidad o debilidad, especialmente en entornos conservadores o religiosos. De hecho, esto también impacta en la disposición a someterse a exámenes médicos, como la detección del cáncer colorrectal.
El estudio muestra que la sexualidad anal se está generalizando. Más de la mitad de los hombres reconocen haber sido penetrado analmente, y las prácticas con lengua, dedos o juguetes son similares entre hombres y mujeres. Entre las heterosexuales, un número creciente de mujeres practica la penetración anal a sus parejas masculinas, evidenciando una mayor flexibilidad en los roles activos y pasivos.
La encuesta también revela que la orientación política y el nivel educativo influyen en estas prácticas. Los hombres urbanos y progresistas se muestran más abiertos al sexo anal, mientras que entre las mujeres ocurre casi al revés; las más conservadoras y de entornos menos favorecidos son las que más disfrutan del placer anal. Además, mientras la mayoría de los hombres buscan la penetración anal por deseo propio, más de la mitad de las mujeres reportan que su primera experiencia fue más por iniciativa del compañero que por elección propia.
En definitiva, la sexualidad anal se está normalizando y convirtiendo en un espacio de exploración compartida, aunque aún quedan diferencias en deseo, aceptación y roles entre hombres y mujeres. Según los expertos, aceptar que el placer puede provenir del ano es un signo de madurez sexual y de libertad para disfrutar sin culpa ni jerarquías.
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