A sus 37 años, Jada Stevens es, sin duda, una leyenda del porno. Entró en la industria para adultos con 19 años y su trasero se convirtió en un objeto de deseo masivo, mientras se sometía a gangbangs, interraciales y sexo anal a tutiplén. Entre los rodajes candentes, aprendió a poner su vida personal en pausa, hasta convertirse en madre a los 34 sin renunciar a su carrera. Hoy, más sabia y selectiva, sigue delante de la cámara pero también detrás, gestionando su propia producción y cuidando de su refugio para animales. Y es que Jada ha marcado tendencias, dado que ha demostrado que se puede ser una femme fatale y madre dedicada al mismo tiempo, con humor, ambición y un culazo de antología que aún disfruta de algún meneo ante las cámaras.
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