Sky Wonderland tiene un cuerpo que parece diseñado para el pecado. Su presencia es eléctrica; cabello rubio, morbo a raudales y una carita dulce que solo sirve para despistar, puesto que lo que hace cuando le ponen delante un miembro erecto no tiene nada de inocente. El arranque de la escena es conciso. Apenas un par de minutos de striptease, lo justo para que el espectador ajuste su mandíbula. Después, se entrega desnuda de principio a fin, con un coño adornado por una franja de vello afilada como una sonrisa maliciosa y un liguero que se mantiene colgado como si no pudiera seguirle el ritmo al resto del cuerpo. Y cuando el clímax llega en forma de chorrazo espeso que le baña la cara, no hay cierre, hay reincidencia. Sky se acomoda, se toca con furia, se retuerce y se corre de nuevo.
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