Penelope Woods, una latina de culo receptivo y sonrisa de ángel, no se anda con tapujos a la hora de confesar sus perversiones. Esta mexicana de ascendencia admite que antes de entrar al porno solo se había tirado a 15 tipos, pero ahora degusta vergas como si fueran tacos. Empezó en la industria por aburrimiento durante la pandemia, dejando su trabajo de vendedora en Tory Burch para cabalgar sobre pollas profesionales. Su primera escena fue un casting anal donde aprendió que follar con cámaras es un deporte extremo: «Mis piernas temblaban, pero mi coño goteaba». Dice que le encanta que le llenen el culo de leche, aunque sea una princesa del anal y no una reina («Todavía me duele si la verga es muy grande»). Se corre a diario con su vibrador Hitachi, sueña con mear encima de algún macho sumiso y confiesa que en su vida privada se ha tirado a viejos de 70 años («Si tienen dinero y están limpios, bienvenidos»). ¿Lo más salvaje que ha hecho? Un trio en un jet ski, porque dice que le gusta el riesgo. Y aunque empezó siendo sumisa, ahora quiere dominar hombres y grabar una escena de violación fake para cumplir su fantasía más oscura. ¡Más madera!
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