Como una leoparda en su hábitat natural, la colombiana Liloo tiene ganas de aliviarse sexualmente, y no hay ningún felino cercano, por lo que recurre al autoerotismo en plena “jungla”, sin obviar su agujero más recóndito; es decir, el de su trasero, que lo estimula con un falo artificial, mientras se sacude al clítoris para que el placer sea doble y los orgasmos se sucedan. Para aquellos que quieran saber más sobre esta irresistible fiera de curioso nombre, señalar que nació en Antioquia, Colombia, un tórrido mes de junio de 1999, en los albores del año 2000, una cifra aproximada de los polvos que cualquier varón que se precie le echaría esta moza.
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