Cardi B nunca se anda con sutilezas, y su biografía es la prueba viviente de que se puede pasar de vender sándwiches de atún en el Bronx a enseñarle al mundo entero que hasta el culo más criticado puede acabar en la portada de la Time. Belcalis Almánzar, hija de dominicano y trinitense, se reinventó de cajera harta a stripper con tacón de aguja, y de ahí a la reina descarada del hip hop con Grammys bajo el brazo. Su lengua afilada y sus tetas operadas —que muestra con orgullo— la convirtieron en icono de empoderamiento femenino a su manera. “Cómprame un bolso y sigue con tu día”.
Lo de los tribunales es otro show más en la trayectoria de esta rapera. En la actualidad, Cardi se ha visto arrastrada a un juicio retransmitido en YouTube como si fuera un streaming de Twitch. La acusan de haberle soltado un par de hostias verbales (y supuestamente físicas) a una guardia de seguridad allá por 2018. La demandante pide 20 millones, como quien pide un Uber XL, mientras medio planeta se parte de risa con el careo más surrealista. Un abogado preguntándole si su pelo era negro, rubio o marciano. Cardi, muerta de risa, le contesta que son pelucas. “Pues muy buena peluca”, remató el letrado, probablemente en lo que ya es la frase más absurda jamás pronunciada en un juicio.
Entre mariposas en el coño, pelucas de colores y jueces que parecen sacados de Judge Judy, lo cierto es que este juicio es menos un proceso legal y más un episodio extra de Keeping Up With Cardi B. El veredicto se sabrá en septiembre, pero pase lo que pase, la rapera ya ganó. Convirtió un marrón judicial en otro espectáculo mundial que la gente ve descojonándose. Ni en Netflix lo habrían escrito mejor.
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