Dua Lipa nació en Londres en 1995, pero en vez de venir con un pan bajo el brazo, trajo hits, caderas y actitud. A los 19 firmó con Warner y en 2017 ya estaba petándolo con canciones como IDGAF o Be the One.
En 2018 se marcó un One Kiss con Calvin Harris que la tuvo en la cima más tiempo que un político en campaña. Se llevó un Grammy como artista revelación y sacó su segundo disco, Future Nostalgia, que tiene temas pensados para el rebaño masivo. No le fue nada mal: seis nominaciones, críticas de lujo y un “aquí estoy yo” bien marcado. Y en 2024 volvió con Radical Optimism, un álbum con sonidos nuevos, temas como Houdini y Training Season, y vibes de diva sin pedir permiso. Se ha convertido en un referente global, con más de 68 millones de oyentes en Spotify y vídeos que revientan el contador de YouTube.
Pero la vida de Dua no ha sido solo brillo y confeti, en 2018 le llovieron palos por un baile, digamos que controvertido, en los BRIT. Las redes ardieron muy a su pesar, puesto que actúan como los tiburones cuando huelen sangre. Dua se tragó las críticas, se levantó con más fuerza y en 2019 se marcó un Don’t Start Now que cerró muchas bocazas.
En lo personal, ha coleccionado novios casi como números 1 en las listas. Del chef Isaac Carew al cantante de LANY, pasando por Anwar Hadid y el cineasta Romain Gavras. Hasta ahora su corazón late por el actor Callum Turner. Hasta ahí ha llegado nuestra becaria dedicada al salseo y demás mierdas.
Cuando viaja a Madrid se pasea por la Milla de Oro, cena en el BiBo de Dani García y se deja caer por La Discoteca como si fuera una más del barrio, aunque con 88 millones de followers en Instagram y aires de diva del pop.
Además, dicen por ahí que podría ser la próxima ‘Chica Almodóvar’. Porque si algo tiene Dua, además de temazos y buen culo, es ese rollo de estrella sin filtro que se ríe del hate y sigue brillando con luz propia, aunque sea como un pato mareado.
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