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El pasado (y presente) del porno amateur de la madrileña Miriam Prado

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Durante su paso por el porno amateur español (2010-2016), Miriam Prado fue de esa clase de actrices neopuritanas que solo follaba delante de las cámaras con su novio de toda la vida, Jorge Prado. De hecho, este romance pornográfico, iniciado cuando ambos tenían 18 años, jamás se rompió en los estudios Leche69, Fakings, Putalocura y Cumlouder, e incluso prosigue en servicios de suscripción de contenido como Onlyfans, donde la atípica parejita continúan fornicando como animalillos en celo. Todo un logro el mantener la fidelidad sentimental entre indecentes propuestas de dinero y actores dotados que se quieren zumbar a la novia de los demás.

Pero volvamos al pasado reciente. Con los atributos físicos de Miriam —unas tetezas naturales bien grandes y un look a lo vecinita de al lado— no tardaron en convertirse en la parejita estrella más famosa del territorio nacional, causando auténtico furor con sus polvazos caseros, desparpajo adolescente y naturalidad nunca vista. Incluso la sexy madrileña llamó tanto la atención que la célebre directora española Erika Lust se interesó por sus escenas heterosexuales (tiene un pequeño manojo de vídeos lésbicos) y terminaron siendo reclutados.

No obstante, y aunque ya hace varios años que no se ponen delante de la lente profesional (según IAFD se retiró oficialmente en el 2016), con el paso del tiempo ambos decidieron dar rienda suelta a su pasión desenfrenada por zonas más lucrativas, como ya habíamos dicho: PornHub, ManyVids, MyFreeCams… Lugares donde ellos mismos filmaban su propio material autoproducido y ejecutaban con libertad las sesiones por webcam, con ese morbo amateur característico. Sin olvidarnos de sus paseítos sexuales por la calle o en el campo.

Actualmente, después de más de 5 años de su fuga, esta pareja de Madrid sigue jactándose de no haber tenido sexo con terceras personas (salvo ella con los encuentros sáficos). Un pensamiento moral del pasado típico de aquellas chiquillas virginales que se aguantaban las ganas hasta que no podían más y terminaban comiendo pollas con un ansia brutal.