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Reagan Foxx y su doble demoníaco la lían en un thriller psicológico

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Reagan Foxx, la reina MILF de los traumas sexuales, se desata en la secuela más enferma de Pure Taboo, dirigida por Bree Mills, que esta vez no se guarda nada, ni la ética, ni la lógica, ni las bragas. Reagan retoma su papel como Jessica, la madrastra que te folla el alma mientras te dice que te va a cuidar. Pero no viene sola, Shay Sights regresa como su doble infernal, su sombra con tetas, lengua y olor a azufre caliente. Juntas, apuntan a su nuevo proyecto familiar, una parejita de esposas buenorras (Lexi Luna y Sophia Locke) y un hijastro calentón (Tyler Cruise) que no sabe si está siendo seducido, violado o salvado. El plan es claro, crear una familia de clones calientes con cara de ángel y coño de diablesa. Lo que empieza con miradas turbias termina en orgías de sudor, gritos y poses que ni el Kamasutra se atrevió a dibujar. El cuerpo se dobla, la moral se corrompe, y el espectador acaba con la pija en la mano.