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Una segunda oportunidad para Ariana Marie

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No sé si algún avezado pornolier concuerda con nuestra crítica de que aunque la belleza juvenil de Ariana Marie es para volverse locos, por desgracia la starlet americana apenas logra imprimir entusiasmo en sus quehaceres sexuales. A lo largo de su carrera (comenzó en 2013) nunca se ha obsesionado en ser un referente en nada, y, aunque haya llegado a rodar suculentos anales, ponerse seria con el sexo interracial y tríos sexosos, sigue apreciándose en ella un desinterés sexual. De hecho, su paso por la industria de adultos se ha rentabilizado a base de cucharadas de belleza empalagosa sin una pizca de pasión, de ser rabiosamente guapa y tener una de las caras más adorables, dulces y femeninas del circuito americano.

En su últimas apariciones, bajo la égida del estudio Jules Jordan, si que es cierto que ha mejorado su oferta consagrando su cuerpo a los sacrificios de las dobles penetraciones, pero algo nos dice que este témpano de agua helada (muy similar en estilo a Little Caprice) por su propia idiosincrasia es bastante limitada en su repertorio.