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Tania Russof, la fascinante starlet de ojos azules del Telón de Acero

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Los profundos ojos azules de Tania Russof (1976, Riga) pusieron erectos a toda una generación de adolescentes que descubría las noches codificadas del viejo Canal+. No era para menos; una letona que debutó con 18 años justitos y con una mirada cristalina tan pura que te penetraba en lo más profundo del alma cada vez que veías una de sus míticas películas rodadas por la productora Private. De hecho, el impacto que causó esta fascinante starlet de ojos azules del Telón de Acero —nació en Letonia antes de que la antigua URSS se desintegrara— supuso un punto de inflexión en la afluencia de pornostars rusas al mundo pornográfico. Creó escuela.

Sin duda alguna, era una deslumbrante criatura de luceros azules y la flor y nata de la década de los 90. Incluso por encima de Julia Taylor. Lo más extraño es que su éxito vino por cuestiones azarosas, cuando el zorro Pierre Woodman, quien trabajaba para la citada revista cazando bellezas eslavas, la descubrió en una tienda de ropa y le prometió fortuna si se desnudaba ante las cámaras. Su insistencia se vio recompensada cuando Tania Russof accedió a firmar un contrato en exclusividad de 3 años con la multinacional sueca en 1994. En menos de lo que canta un gallo y siendo atraída por el dinero fácil, ya tenía varias pollas metidas y se postulaba como una de las más aclamadas musas de Private.

La primera escena de sexo duro de esta sílfide de la ex-URSS la filmó a los dos días de cumplir los18 años (como lo oís) y fue una sesión fotográfica en la revista «Private Video Magazine 17», con anal incluido. Pero hay más. Un año después de protagonizar el tremendo éxito de la película «El Gigolo» (1995) le cayó del cielo un premio FICEB y fue coronada como la mejor actriz. Y lo más sorprendente de todo, terminó casándose con su descubridor, el trotamundos Pierre Woodman. Una relación matrimonial (o premio gordo, según se mire) basada en el sexo y el dinero con el que se hizo inmensamente rica, ya que por aquel entonces cobraba la friolera de 300.000$ por film y tenía privilegios exclusivos, como elegir sus partenaires y modificar el guion si no le gustaba.

Fue también la estrella indiscutible de célebres superproducciones como la trilogia «Tatiana» (1998, Private Gold), una gesta histórica rodada por entero en la fría Rusia que contó con unos escenarios de lujo. Incluso se rodó en los interiores del palacio de Eszterháza. Y no nos olvidemos de «The Pyramid» (1996), posiblemente su mejor aparición y cinta donde interpretó su personaje más icónico: una erótica princesa egipcia muy al estilo de Cleopatra. Después de este papel su fama se catapultó por toda Europa y se convirtió en la starlette que más veces ha salido en la respetada portada de la revista Hot d’Or, tristemente desaparecida.

Con su fama y chaché disparados por las nubes, fue llamada en 1998 para protagonizar una sesión fotográfica en la revista Penthouse, y al mismo tiempo obtuvo otro importante galardón. Esta vez un Venus Award. Sin embargo, cuando estaba en lo más alto, decidió abandonar el mundo pornográfico y colgar los ligueros para dedicarse a otros menesteres. Rompió millones de corazones e incluso se divorció de Woodman, muriendo con su retiro un pedazo de la edad de oro del porno europeo.

Después de retirarse, consciente de la decepción que sufrieron sus legiones de incondicionales admiradores, Private publicó en 1999 la película «Tania Russof (the story)». Una especie de biografía a modo pornográfico que había sido editada por su exmarido, el director Pierre, en el que se exponían escenas inéditas y las mejores actuaciones de la trayectoria de la guapísima eslava. La misma starlet explicaba delante del objetivo cómo fueron sus primeros pasos en el negocio hasta su triste retiro, rememorando su casting, sus eróticas sesiones fotográficas, los mejores momentos sexuales, su gira mundial de promoción, los festivales, su vida diaria, etc.