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Vanessa del Rio: la 1ª pornostar latina de la historia del cine X

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Casi nadie sabe que Vanessa del Río tuvo el honor en ser la primera mujer latina que protagonizaría escenas porno de la historia del cine X. Todo un honor en el porno vintage que dejaría huella para siempre. Ya desde muy jovencita sabía que su futuro estaría relacionado con el sexo, contando en su biografía que a los 14 años tenía claro que de mayor iba a ser prostituta, algo que no era de extrañar sabiendo de su polémica vida, la cual estuvo marcada por arrestos policiales, escándalos sexuales, adicciones y proezas libidinosas.

Fruto de un matrimonio malavenido, su padre era cubano y su madre puertorriqueña, vivió y creció en el difícil barrio del Bronx de Nueva York de los años 60. Su nombre real respondía a Ana María Sánchez y no tardó en rodar sexo filmado en cuchitriles de mala muerte y deplorables hostales. Algo que no le importaba, pues su excesiva sexualidad empequeñecía cualquier problema de atrezzo.

Su férrea educación católica y los conflictos diarios entre sus seres queridos la marcaron de por vida, haciendo que el porno fuera su única vía de escape. Sus andanzas comenzaron a los 18 años, si no antes, en un polvoriento club de Broadway donde encontró trabajo como camarera. Allí, los jefes del local no tardaron en percatarse del potencial físico que aguardaba en ella y pronto le dieron la oportunidad de bailar sobre el escenario como una gogo profesional.

Poco después conoció a un cliente de origen griego que la introdujo en el circuito de la prostitución. Pero no a ser una fulana de alto estanding, sino a ponerse en una maloliente esquina de la conocida zona ‘The Deuce‘, un marginal barrio y grupo de edificios donde prostitutas, yonkis y gentuza de baja estofa se daban cita. Por suerte, su fortuna cambio al conocer a Sandy Foxe, una especie de proxeneta de actrices porno de esa época. Fue a ella quien le ofreció un papel en el film «China Doll» (1975), la  primera película porno de Vanessa del Rio y en la cual le pagaron la paupérrima cifra de 150$ por hacer una orgía con doble vaginal incluido.

Fue allí donde los asistentes se dieron cuenta del fulgor uterino y fogosidad sexual que Vanessa poseía. Una ninfómana latina que no aplacaba su calor de coño ni con 10 hombres. Incluso las malas lenguas dicen que le chupó la polla al cámara encargado de grabar la película. Eso si que es deformación profesional. Ante semejante loba sedienta de sexo filmado, las puertas de la industria de adultos se le abrieron de par en par y pasó a ser una pionera latina en la pornografía americana.

Un hito ya que, hasta entonces, estaba monopolizada por personas blancas y el resto de minorías étnicas solo podían mirar. Sin embargo, gracias a su impresionante sexualidad poco a poco le fueron ofreciendo papeles y películas como «Jack & Jill», «Babylon Pink» o «The Dancers», parte de su filmografía en las que logró sorprender en el circuito del porno americano en la edad de oro.

Pero como sucede con todas las adictas al sexo, las hazañas de Vanessa del Río no se circunscriben a los sets de rodaje. Van mucho más allá. Conocida es la anécdota en la que se acostó con cinco gitanos al mismo tiempo, justo después de decirles que si lo hacía uno por uno sería un acto demasiado frío. Una mentalidad propia de gente que ha pasado por la cárcel (ella fue juzgada por consumo de estupefacientes) y está ansiosa por recuperar el tiempo perdido.

De hecho, estuvo a punto de volver a estar entre barrotes por ejercer la prostitución y acumular docenas de denuncias por obscenidad. Lo más interesante de todo, es que el culpable de esto es que padece de un morboso fetichismo que le impulsa a frotarse el clítoris en público. El cual, por cierto, alcanza varios centímetros de longitud cuando es excitado, casi como un micropene femenino.

Vanessa del Rio se retiró del porno en el año 1986 por miedo a contraer la enfermedad SIDA. No obstante, su estrambótica vida no terminó ahí. Empezó a dedicarse al culturismo (como lo oís) y hasta hizo pinitos en el mundo de la televisión, apareciendo en aclamadas series como «Policías de Nueva York». A finales del siglo pasado, intentó retomar su carrera pero le fue imposible, por lo que se tuvo que conformar con publicar escenas en solitario desde su sitio web personal.