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Cicciolina: la pornostar italiana que llegó a eurodiputada

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Sobre la turbulenta vida de la pornostar italiana Cicciolina («Chocholina» para los amigos) se ha hablado largo y tendido en muchos y foros pornográficos. Pero antes de explicar sus apariciones en el celuloide X centrémonos en los orígenes Ilona Staller Cicciolina (1951, Budapest), pues ya desde muy jovencita apuntalaba maneras en esto de ser una diva de la cultura popular. Y es que su coño peludo y tetas sin broncear son mucho más que un trozo de historia en las tapas de los VHS. Trascendió más allá del mundo del porno vintage y su gran popularidad hizo de ella un personaje influyente en ámbitos tan diversos como la televisión pública y la política. Porque esa es otra, Cicciolina llegó a ser nada menos y nada más que eurodiputada italiana.

Una figura del espectáculo extremadamente pálida (parecía una vampiresa albino) que fue muy prolífica y constante durante toda su carrera pornográfica, habiendo perdurado durante dos décadas (desde los años 70 hasta los años 90) haciendo porno a lomos entre Francia e Italia. Curiosamente, no pertenece a ninguno de estos dos países, pues es húngara de origen, aunque más tarde adquiriría la nacionalidad italiana al casarse con un hombre de allí, Riccardo Schicchi.

Esta fama paralela que goza Cicciolina se la debe a su decisión de meterse en el mundo de la política cuando se retiró del cine pornográfico. Ya ha mediados de los años 80, Cicciolina aparecía en topless en sitios públicos para abogar por la energía limpia, los derechos de los animales, los derechos de las prostitutas, matrimonio homosexual o cualquier otra chorrada con el que pierden el tiempo los progres.

Fundó junto a otra pornostar, Moana Pozzi, el partido del Amor, una especie de partido burlesco cuyas notorias campañas hicieron que se convirtiera en parlamentaria. No fue el único, a lo largo de su vida Cicciolina ha pasado por partidos políticos tan diversos como extravagantes: Partido Radical, Partido del Amor y DNA (Democracia, Naturaleza y Amor).

Tremendamente reivindicativa, siempre estaba en contacto con partidos ecologistas para transmitir su mensaje de paz y amor. Pero es que además tenía tiempo para su otra vocación aparte de follar delante de las cámaras, el de cantante. A lo largo de su vida llegó a sacar 4 álbumes musicales. El primero en 1976 y el último en 1994.

Cicciolina Llona Staller

Respecto a la carrera de Cicciolina en el cine pornográfico, sus inicios a principios de los 70 fueron solamente en cine erótico y softocore. Pero pronto se le quedó pequeño para su sexualidad desbocada y empezó a probar suerte con el porno duro. Y cuando decimos duro queremos decir extremo, porno hardcore en el que Cicciolina se convertiría en una de las primeras actrices porno europeas en hacer dobles penetraciones, sexo anal, lluvia dorada y otras prácticas escatológicas. Aparte por la red circula un vídeo de zoofilia de Cicciolina con un poni o burro (no pregunten por qué lo sabemos).

Cicciolina follando

Mención aparte su colaboración con John Holmes, el actor porno que contrajo el virus del VIH y se negó a dejar de trabajar infectando así a docenas de pornostars. Sin embargo a Cicciolina no le importó que Holmes tuviera el bicho y decidió follárselo a pelo. Para que luego digan que el porno no es una profesión de alto riesgo.

Películas porno de Cicciolina

Como hemos dicho, esta Leticia Sabater italiana (no nos negaréis el parecido razonable) se inició en el porno suave con la película «Incontro d’amore» (1971) y «Le monde des sens» (1972). Su corta edad le impedía practicar sexo con contrato, debido a que hasta los 18 años en Italia es ilegal rodar porno con menores. Esta experiencia le valió para explorar su sexualidad y saber que es lo que quería hacer.

Cicciolina eurodiputada italiana

Fue a los 30 años cuando dio el salto definitivo al mundo del porno y lo hizo por todo lo alto estrenándose en una producción hardcore titulada «La Orgía Atómica» (1985). En ella usa su coño como si una maquina se tratase, parecía que había estado en barbecho con unas ganas locas por fornicar con todo hombre que se le pusiera por delante. Además la temática del film estaba relacionado con el mundo político que a ella tanto le gustaba.

Su compañero sentimental de por aquel entonces, el tal Ricardo, se prestó a ser su propio manager y productor de sus obras pornográficas, convirtiéndose así en una especie de cornudo consentido y mecenas de Cicciolina. Una serie de películas sexuales muy extravagantes donde la italiana practicaba sexo anal y hacía felacionesen posiciones tan extrañas como rocambolescas, a la par que reivindicaba sus mensajes erotico-festivos.

Cicciolina desnuda

Más tarde, rodó «Chocolate y Bananas» (1986), la primera película de porno de Cicciolina en la que el sexo escatológico estaba presente y la mierda era el plato a degustar. La siguió La concha de los deseos (1986), una parodia porno grabada íntegramente en una isla paradisíaca. «Cicciolina Number One», su primera gran película de cine X en la que comparte protagonismo con otras estrellas americanas; Tracey Adams y Amber Lynn. Esta fue la película en la que se trajinó a John Holmes, el actor que contrajo el SIDA y se negó a dejar el porno.

Desgraciadamente, toda estrella en el firmamento pierde su luz y a Cicciolina le llegó la hora de retirarse después de haber dejado un boquete en su coño de tanto usarlo. Fue a finales de los años 80 la fecha en la que decidió cerrar las piernas definitivamente y para celebrarlo dejó a su pareja, ya no le servía el cornudo que le pagaba todos los vicios. A eso llamo yo además de cornudo «apaleao».

Cicciolina actriz porno

Otros caminos se abrieron en la vida de Cicciolina cuando conoció al artista Jeff Koons, el cual la convirtió en su musa para sus performances eróticas y kitsch. Pronto, su amor se consolidó en forma de matrimonio recién llegados los 90 y el cuerpo de la eurodiputada más famosas de la historia empezó a ser expuesto por todos los museos de arte de la forma más escandalosa posible, desnuda y follando, tanto en cuadros como esculturas pornográficas. Demostrando una vez más que que los clásicos nunca mueren.